jueves, 29 de octubre de 2009

Escritura y dibujo se complementan

De siempre me ha gustado dibujar, rellenar de dibujitos los márgenes de cuadernos y libros, las mesas de los pupitres cuando iba a la escuela, convertir en imagen real la imagen imaginada. Y la costumbre se mantiene. Raro es el cuaderno de borradores que no tiene alguna ilustración, modesta pero ilustración al fin y al cabo. Ayuda el que muchas veces escribo con lápiz y cuando se tiene uno entre los dedos, se acaba garabateando, aunque sólo sea mientras se busca una palabra o se trata de encajar una oración en un párrafo. Me ayuda a concentrarme en el texto.
La Barca Voladora no ha sido ajena a este gustoso hábito. No han sido muchos los dibujitos ni han llegado hasta el final. De hecho, según me absorvía la trama, dejaba de dibujar porque no podía para de escribir. La última parte no presenta dibujo alguno. Pero ahí están, como una pausa visual para descansar de las palabras y adormecerse en pequeñas imágenes que lo suyo aportan.
Es así que esta entrada apenas tiene texto. A cada uno lo suyo, como es justo que sea.



No hay comentarios:

Publicar un comentario